La comunidad de Garachiné, ubicada en la Ensenada de Garachiné del Golfo de San Miguel en el Pacífico darienita, lleva según los últimos estudios, medio siglo en un proceso de erosión costera que representa la pérdida de 85 a 90 centímetros de costas anuales. Fenómeno natural que es seguido de cerca por las autoridades ambientales por ser ésta una comunidad bordeada por un robusto ecosistema de manglares.
Pero esta no es la única manifestación que genera la relación entre el mar y la tierra en esta comunidad costera, pues recientemente un equipo del Ministerio de Ambiente (MiAMBIENTE) de la Dirección Regional de Darién, realizó el hallazgo (con el apoyo de imágenes de satélites y tecnología de dron), de varias áreas con poca o reducida vegetación próximas a las costas, que mostraban todas las características de un ecosistema de una albina.
De acuerdo con Iris Vargas Miller, jefa de la Sección de Costas y Mares de MiAMBIENTE en Darién, el hallazgo se dio a finales de febrero en la zona del humedal Tagualito en Garachiné, como parte del trabajo realizado durante una gira en campo.
“Estas imágenes se lograron como parte de un barrido virtual que hizo el equipo técnicos de las secciones de Costas y Mares y Forestal de la Dirección Regional de Darién en atención de una denuncia ciudadana sobre tala ilegal y para controlar las quemas en el sector”, dijo la funcionaria.
Según Vargas, gracias a la tecnología del *_Mobile Topographer, WiKiloc, Drone_* y un guía de la comunidad, el equipo pudo llegar a una de las zonas de claridad que indicaban las imágenes, el cual presentaba características de una *_“Albina”_*, con escasa vegetación de mangle negro (Avicennia germinans) de unos 30 cm de altura, lo que causó extrañeza al grupo de técnicos al encontrarse ante un *ecosistema tan árido cerca al humedal y , ubicado a sólo 400 metros de la costa y con una superficie de 25 hectáreas en que no había rastro de la mano del hombre.*
Según el informe se pudo observar que las hojas del mangle negro contenían cristales de sal en ambos lados por el exceso de sal de las aguas del mar que inundan periódicamente el suelo por acción de los aguajes.
Esto de acuerdo a Vargas sorprendió incluso a la población de esta comunidad, que por décadas ha desarrollado leyendas de la aparición de grandes lagartos en estas áreas.*
Interés que llevó a los técnicos de MIAMBIENTE a realizar una segunda gira de campo, en la que de acuerdo a Vargas, el sitio se encontró anegado por efecto de *la pleamar o marea alta de 6.1 m de altura.* Esto permitió observar huellas de fauna como armadillos, gato manglatero, guacos, y una gran cantidad de cangrejos violinista, típicos del área.
“Como científicos este ha sido un gran hallazgo, pues se abre una nueva ventana para darle seguimiento a los ecosistemas de manglares de Garachiné”, dijo la funcionaria, quien también remarcó que en Darién no se tenía registro de regiones de albinas, como en el caso de la provincia de Herrera, que posee el área de albina más conocida del país, el Parque Nacional Sarigua.
En seguimiento a este hallazgo la científica indicó que, a través de las imágenes de satelitales se han ubicado seis (6) “zonas claras” más, que presentan las mismas características en Taimatí, Punta Alegre y en la desembocadura del rio Sambú en donde se ubicó la de mayor tamaño.
Vargas agregó, en este sentido que en Panamá encontramos albinas distribuidas en diferentes lugares geográficos del Pacífico muy distantes de Garachiné como en la provincia de Herrera, que además del Parque Nacional Sarigua posee albinas en Playa El Agallito; La provincia de Los Santos que poseen la región de las salineras en el corregimiento de Santa Ana; en Aguadulce la provincia de Coclé en las salinas de El Salao, y en los manglares de Chame dentro de Panamá Oeste se encuentran algunas pequeñas albinas, también.
Dijo además, que los primeros análisis muestran que este ha sido un proceso natural que se ha llevado a cabo a través de muchos años, y que a diferencias de otras albinas, y no ha sido producto de la actividad humana de deforestación del manglar.* También manifestó que no se puede asegurar que sea producto del cambio climático, que haría falta hacer una evaluación científica en este tema.
Lamentablemente, esos ecosistemas de albina se les dan un uso comercial en la industria de la sal transformándolas en salineras y en la producción de camarones que poco aportan en la conservación del entorno, pero que representan una inyección económica a estas regiones usualmente dedicadas a la pesca.
Vargas manifestó que ante estos hallazgo, los técnicos de MiAMBIENTE seguirán verificando las imágenes de satélites a través de inspecciones de campo para determinar su naturaleza e iniciar las medidas para su conservación, principalmente para evitar que se extienda, lo que pondría en peligro el humedal Tagualito, que está próximo a ellas.
“Buscaremos las alianzas necesarias con el sector académico para estudiarlas con mayor detenimiento estos ecosistemas marino costeros tan particulares”, concluyó Vargas.
17/05/2021 20:32:37